Tuesday, October 08, 2013

Nota a Diego Vidal escritor, por Federico M Di Paolo

¡¡¡ADVERTENCIA!!!

El libro que usted tiene en sus manos fue previamente enviado a los más prestigiosos editores y agentes editoriales, a saber: Random House Mondadori, Editorial Planeta, Editorial Tusquets, Carmen Balcells, Sandra Bruna, etc. Todos ellos lo han rechazado. 
El escritor estima (y le advierte) que por consiguiente, este libro debe ser malo. 

Con ésta advertencia-ácida crítica a los manejos editoriales nos recibe Diego Vidal en las primeras páginas de su obra, intentándonos introducir detrás del velo de “legitimidad” que se esconde en las artimañas empresariales, ya hace un tiempo largo completamente alejados de la noción de cultura y definitivamente posicionados en su interminable afán de establecer una obra como mercancía únicamente. No se equivoca Diego Vidal cuando dice que prefiere no contar sobre el argumento de su novela y en cambio prefiere que los demás le cuenten a él de qué trata. Contar su novela en pocas palabras es saber de antemano que encaramos una batalla perdida. Como en “Funes el memorioso”, aquel cuento de Borges que trata sobre un sujeto que para contar una anécdota tardaba exactamente el mismo tiempo que había durado el hecho, simplemente porque no podía olvidar. Desde el infierno (DesdEInfierno en el original, con la “DEI” mayúscula que evoca a la escritura de “Dios” en latín) es mucho más que una novela. Entendemos, ahora sí, porqué “Emancipate” (seudónimo del escritor) no se cansó de recibir rechazos de las grandes y más prestigiosas agencias y editoriales: Esto NO ES UNA NOVELA. Las agencias y editoriales publican novelas, y esto no lo es. Esto es una monstruosidad, un exceso, una exageración, un despropósito. Esto es, sin lugar a dudas, un retrato de nuestra Era. Leyéndola descubrimos el alfa y el omega de la trama, o subtrama (no ya de la historia, sino también de la historia detrás de la historia, o del artista detrás de su obra: Su alejamiento de las carreras profesionales, su decidido autodidactismo, el abandono y despojo de las estructuras establecidas sobre él, la creación de un hombre nuevo, previo paso por la depresión y la adicción al sexo, el alcohol y las drogas): Ninguna editorial decente y que se precie de tal publicaría una novela que critica a la religión católica (para los creyentes, no se asusten: La crítica está referida al manejo de la institución en la tierra y todo está tan brillantemente fundamentado que es posible que termine siendo un halago para, sino la religión, el concepto de Cristianismo) siguiendo por la economía, el sistema capitalista, el sistema político, la democracia, las relaciones humanas, la ciencia, la cultura, la publicidad, la medicina, la educación… y las mismas editoriales. Él mismo lo sintetizó en una entrevista en Radio Atómika alguna vez: Es más fácil juntar dinero para realizar un viaje a la Luna que publicar una novela que critique a todos. 

Diego Vidal tardó casi 10 años en realizarla, desde su inspiración, documentación, escritura, corrección y publicación. Ese largo camino está plasmado en la obra. El argumento, en pocas palabras, es muy sencillo al comienzo (al comienzo, al comienzo), pero nos hace pensar si realmente es importante un “argumento”. La historia toma como prólogo la misteriosa muerte del papa Juan Pablo I y la traslada a la actualidad. Un obispo argentino (Antonio de las Mercedes) asume en la actualidad como Papa (en una de las tantas profecías cumplidas del escritor, que será una constante a lo largo de la novela) y es encontrado muerto a los 33 días de haber asumido. La Iglesia decide dar a conocer el caso como “muerte natural” al mismo tiempo que realiza una investigación privada. Para eso decide llamar a uno de sus mejores amigos, el teólogo e historiador francés Matthieu Philippe, a la licenciada y especialista en antroposofía Agostina Sanguinetti (Rudolph Steiner and Waldorf scene), todos comandados por un ex jefe de la Guardia Suiza. 145 escenas, 600 páginas, un esfuerzo por hacer avanzar a ritmo de buena acción la trama, escenas con dinámica de film, una (des)mesurada recopilación de datos, detalles, lugares, formas, calles, edificios, obras de arte, platos de autor. Hasta aquí parecería un relato de “género”, un (excelente) thriller más de esos que se pueden encontrar a montones en las mesas de best seller de cualquier librería, firmados por Dan Brown o John Grisham. Y es entonces cuando comienzan a surgir detalles que nos hacen nacer el primer (metatexto) interrogante ¿Estamos ante un libro de “género” o de “autor”? Las escenas no pierden jamás la acción pero tampoco los interrogantes; los diálogos no cansan pero tampoco dejan de expandirse; los cuestionamientos en vez de ir aclarándose con el correr de la trama, se multiplican; la voz interna de los personajes es profunda y extensa; su psicología es como un mar abierto en la noche: Cada vez más peligroso y oscuro. ¿Realmente es esto un libro de género? 
(continuará)

Septiembre 2013